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Ojalá pudieras ver desde fuera ese momento.
Ver como se te dilatan las pupilas y los labios se entreabren solos. Sentir como las ganas te queman dentro de la boca.
Tócale la nuca y disfruta de como te mira. Disfruta de la peligrosa cercanía, del vaivén de sus lunares, del ronroneo en tus oídos.
Por una vez, déjate convencer. Que todo cobrará sentido cuando en algún momento de lucidez no recuerdes como es que ya no tienes ropa.
11 de septiembre de 2011, 13:12 �
Me ha encantado :))