Cada noche, mientras dormía, me daba un vuelco al corazón.

Si si y no es un decir ni una conocida metáfora, sino que realmente el corazón se me caía por dentro y yo intentaba recogerlo con mis manos desde fuera.


Y así es como me despertaba, apretando las manos contra mi torax para sostener un corazón que se tiraba al vacío al verte cada noche.

Dicen que la vida es sueño pero la verdad es que los sueños nunca mienten.