Bueno, pues aquí estoy, con un pie en Lyon como quien dice.
Supongo que esto no encaja mucho con la temática del blog y debería hacerme uno de esos que se hace la gente cuando se va y que luego son de mucha utilidad para los futuros Erasmus. Pero teniendo en cuenta que llevo dos blogs para adelante y que me da bastante pereza publicar, paso de abrirme otro blog para después tener 3 o 4 entradas, Así que lo dejo aquí y después si decido abrírmelo lo paso al otro.

Ayer empecé a creerme que me iba; pero a creérmelo de verdad. Ya llevaba unas semanas nerviosa, bueno, no eran nervios, en realidad eran un cúmulo de dudas y miedos absurdos. Que si el idioma, que si no voy a aprobar las asignaturas porque están en francés, que si no me quiero acabar juntando con españoles…blablablá.
La cosa es que ayer por la mañana de repente todo cobró sentido y me levanté super animada. Me dispuse a hacer la maleta, así medio bailoteando, dejé esto para último dia porque pensé, “bah, si yo al final siempre me pongo lo mismo eso en 2 horillas está hecho”. Y una mierda.

Me pasé el dia entero haciendo y deshaciendo maletas, que parece que 20 kilos son muchos, pero teniendo en cuenta que la mayoría de la ropa era de invierno no cabe un cojón. Pero me dije,- Carmela, que no cunda el pánico, siempre te queda petar la maleta de mano-. Mi nuevo mochilón verde de Quechua es maravilloso pero no solucionó mi problema.

A parte de no caber todo lo necesario, la maleta se pasaba de 20 kilos y Ryanair te cobra 20 euros por kilo que te pases en el momento de la facturación. Y como no pensaba darle ni un duro más al maldito Ryan así me la pasé. Poniendo y quitando hasta dar con el peso.
Para que os hagáis una idea de lo poco que pude apretar, sabed que solo pude echar otro par de zapatos a parte de los que llevo puestos, ni una puñetera mochilita/bolso, y el abrigo tampoco cabía así que lo llevo en el brazo, sin contar las dos chaquetas que llevo anudadas a la cintura, que parezco una cosa mala dando tumbos por el aeropuerto. Ya podría haber facturado otra maleta, o enviar cosas antes a mis compañeros o yo que se…En fín, que soy un desastre humano.

Espero llegar y que mi maleta siga en buen estado porque vivo con miedo a que le explote a algún pobre trabajador en la cara. La tuve que cerrar tumbándome encima de ella dando saltitos, y los seguros no dan mucho de si, así que confiemos en el karma.
Esta mañana me he despertado tempranísimo para ultimar cositas y enseñar a mi madre a usar el Skyp, que la pobre está que no vive con eso de la comunicación, mi padre por su parte se ha pegado una llorera que pa’ qué. Vamos, ni que fuera la primera vez que me voy de casa. No se si serán los años o que su incapacidad innata para demostrar sentimientos, al final le ha pasado factura, si no salen por la boca por algún lado tienen que salir.

En fín, me voy contenta, y con muchas ganas que es lo importante. Se que las primeras semanas serán duras, tanto por el idioma, como por el infierno burocrático que me espera allí. Pero creo que hay más bueno que malo en todo esto, llevo años queriendo cambiar de aires, y mira que yo adoro Mi Andalucía con su gente su arte y sus acentos, pero es importante cambiar, y sentir que todo es nuevo, ya habrá tiempo para la nostalgia y el amor a la tierra.
Me dejo aquí un gato que me despierta por las mañanas y una personita a la que me hubiera encantado aborrecer antes de irme, pero no me ha dado tiempo.

Que tengáis buen dia.

Hay que empezar por algún sitio y yo empiezo por el pelo de una niña. Cualquier otra cosa es mala, pero el orgullo que siente una buena madre por la belleza de su hija es bueno. Es una de esas ternuras que son inexorables y que son la piedra de toque de toda época y raza. Si hay otras cosas en su contra, hay que acabar con esas otras cosas. Si los terratenientes, las leyes y las ciencias están en su contra, habrá que acabar con los terratenientes, las leyes y las ciencias. Con el pelo rojo de una golfilla del arroyo prenderé fuego a toda la civilización moderna. Porque una niña debe tener el pelo largo, debe tener el pelo limpio. Porque debe tener el pelo limpio, no debe tener un hogar sucio; porque no debe tener un hogar sucio, debe tener una madre libre y disponible; porque debe tener una madre libre, no debe tener un terrateniente usurero; porque no debe haber un terrateniente usurero, debe haber una redistribución de la propiedad; porque debe haber una distribución de la propiedad, debe haber una revolución. La pequeña golfilla del pelo rojo, a la que acabo de ver pasar junto a mi casa, no debe ser afeitada, ni lisiada, ni alterada; su pelo no debe ser cortado como el de un convicto; todos los reinos de la tierra deben ser mutilados y destrozados para servirle a ella. Ella es la imagen humana y sagrada; a su alrededor la trama social debe oscilar, romperse y caer; los pilares de la sociedad vacilarán y los tejados más antiguos caerán, pero no habrá de dañarse un pelo de su cabeza.

G. K. Chesterton, Lo que está mal en el mundo.

14:40

Ojalá pudieras ver desde fuera ese momento.

Ver como se te dilatan las pupilas y los labios se entreabren solos. Sentir como las ganas te queman dentro de la boca.

Tócale la nuca y disfruta de como te mira. Disfruta de la peligrosa cercanía, del vaivén de sus lunares, del ronroneo en tus oídos.

Por una vez, déjate convencer. Que todo cobrará sentido cuando en algún momento de lucidez no recuerdes como es que ya no tienes ropa.

15:53

De repente su cuerpo se atenazó. Se consumió ahogada en sus propias palabras y sufrió una caída sin revés. Esperó a que no mirase nadie para desertar la primera.
De nada sirvió la arenga.

Esa noche durmió entre la estrechez de la mentira y la sinrazón de la incertidumbre. Despertó en mitad de la noche con una sensación desangelada que dificilmente puedas experimentar.
¿Acaso lloraste alguna vez de forma que tus lágrimas tocaran tu pecho?

Mientras espera que alguien suelte sus cadenas, cantos de sirena ven poblar el amanecer vestidas de luto.

Al final, la verdad siempre permanece -sobre arenas movedizas- pero permanece.

La misma verdad que envejece en la imaginación de un niño de 7 años.

Olvídate por un momento de todas esas normas estúpidas que te has impuesto, olvídate de límites absurdos, de tópicos caducados, de estereotipos considerados obscenos, de miedos inventados, de excusas manías.

Lo importante es tener una superficie horizontal donde caer, y otra dónde dejar la ropa que se vaya cayendo.