Siempre me gustó aprender mirando hacia al pasado, que es mañana, el mismo que se acuesta en tu colchón.
Fueron preciosos los recuerdos de andar por casa, pero ya ni sudan mis besos, ni se corre la tinta de mis ojos.
Te veía llegar y me hacía la dormida, observando por el rabillo del ojo, como hacías esas pequeñas cosas para que el mundo entrase en razón.
Ya ves, un día tocas la gloria y al siguiente se rompe la tierra debajo de tus pies.
O no, quizás tengas suerte y sólo acabes harto de tanta felicidad, eso sí, puede que para entonces ya nada te parezca suficiente.
Il est bien court, le temps des cerises